Tras cursar estudios de medicina en Caracas, que finalizó en 1808, ejerció su profesión en Cumaná. Encarcelado por unirse al movimiento independentista, fue liberado por Bolívar en 1813. Viajó a Gran Bretaña, donde amplió sus estudios médicos, y residió en Puerto Rico entre 1819 y 1925. A su regreso a Venezuela (1825), se alió con los partidarios de la separación de Venezuela de la Gran Colombia y participó en el Congreso de Valencia (1830).
José
María Vargas fue elegido presidente en las primeras elecciones (1835), pero la
presión militar (la llamada Revolución de las Reformas, liderada por Mariño) lo
obligó a abandonar el país. Sofocada la rebelión, reasumió el poder, pero
terminó por presentar la dimisión en 1836. Posteriormente fue consejero del
gobierno (1847-1851) y director de Instrucción Pública en el gabinete de José
Tadeo Monagas. Sus discrepancias con la política de Monagas le llevaron a
exiliarse a Estados Unidos en 1853.
En
las elecciones de 1834, que acabarían dando la presidencia a José María Vargas,
se perfilaron cinco candidatos, tres de ellos militares, los generales Carlos
Soublette (propuesto por José Antonio Páez), Santiago Mariño y Bartolomé Salom,
y dos civiles, Diego Bautista Urbaneja y el propio Vargas. El doctor José María
Vargas contaba con el apoyo de diversos sectores civiles (universitarios,
agricultores y propietarios) que querían aprovecharse de la división existente
entre los militares para aupar una alternativa civilista. Los seguidores de
Mariño se oponían violentamente a esta candidatura y reclamaban el derecho
exclusivo que tenían los militares para gobernar el país.
Pese a esta tenaz oposición, Vargas resultó
elegido, y en febrero de 1835 sustituyó a José Antonio Páez, quien le entregó
el poder. Vargas inició su mandato actuando como si tuviese una base estable y
tratando de perfeccionar el gobierno dotándolo de un cuerpo legal adecuado.
Creía contar con sólidos apoyos, pero muy pronto constataría que la realidad
era otra. Los militares que se habían opuesto a su candidatura comenzaron a
conspirar y urdieron la llamada Revolución de las Reformas (julio de 1835), al
frente de la cual estaban los militares Santiago Mariño, Pedro Briceño Méndez y
Pedro Carujo. Este movimiento logró derrocar al doctor Vargas, que fue
expulsado del país junto con el vicepresidente, el doctor Andrés Narvarte.
José
Antonio Páez, a quien el depuesto gobernante había nombrado jefe del ejército
constitucional, desdeñó la oferta de mando que le hizo Mariño y abandonó su
retiro bucólico para defender al presidente constitucional. Reunió a sus
múltiples partidarios armados, debeló la insurrección y devolvió el poder al
legítimo presidente. El militarismo recalcitrante, basado en el ejército
permanente, nada pudo contra el carisma del caudillo Páez, quien apoyado por
las elites civiles y por las milicias urbanas y rurales acabó con la Revolución
de las Reformas.
Sofocada
la revuelta, Vargas regresó a Venezuela y asumió de nuevo el poder. Sin
embargo, hostilizado otra vez por el Congreso, Vargas sintió que no tenía el
verdadero apoyo de Páez, en quien percibía una actitud reticente e indiferente,
y finalmente renunció ante el Congreso de forma irrevocable en mayo de 1836.
Durante
el breve gobierno civilista de Vargas se llevó a cabo la promulgación del
Primer Código de la República, la organización del Registro Público, la
elaboración de un Proyecto de Código de Instrucción Pública, la introducción de
reformas en la enseñanza primaria y superior y la reedificación de los colegios
nacionales de Margarita y El Tocuyo. Se atendió también a la sanidad, se
establecieron las bases para el censo general de población y se autorizó la
entrada de barcos españoles en los puertos venezolanos.
A
Vargas le sucedió el vicepresidente Andrés Narvarte hasta enero de 1837. En
esta fecha había sido electo como nuevo vicepresidente el general Carlos
Soublette, pero, al hallarse ausente en Europa, se encargó del poder el general
José María Carreño, vicepresidente del Consejo de Gobierno, hasta que
finalmente, en el mes de mayo, Soublette se posesionó como vicepresidente
encargado de la presidencia.
Mi
amado estado Vargas, lugar donde nací y crecí, lleva su nombre en honor a este insigne
Varguense y en nuestra bella Venezuela celebramos los 10 de marzo de cada año
el día del médico para enaltecer la labor realizada por él como profesional de
la salud.
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