La figura del supervisor en el sistema
educativo venezolano, a través del tiempo se ha visto asediado por la
incorporación continua y sistemática de una serie de elementos estratégicos,
metodológicos y técnicas derivados de los recurrentes cambios tecnológicos
introducidos por el hombre y que han venido desarrollándose casi paralelamente
con el surgimiento de una multiplicidad de necesidades sociales, económicas,
políticas, de expansión, financiamiento y producción, entre otras.
Ante tal realidad, es innegable que la
educación constituye el recurso más importante y el vector fundamental para
promover el desarrollo de la personalidad de los ciudadanos, tanto en su
sentido individual como social para que adquieran capacidad de anticipación al
futuro, de actualización permanente, de orientación frente a los cambios, para
incorporar los avances tecnológicos y generar nuevas transformaciones,
asumiendo con creatividad y decisión el abordaje y la resolución de los
problemas, tanto particulares como comunitarios sobre este particular, la
función supervisora se considera clave para lograr el mejoramiento de la
calidad educativa, por cuanto le compete el control y seguimiento de los cambios
que han de darse en el proceso de enseñanza y aprendizaje, en concordancia con
las necesidades de desarrollo nacional. En tal sentido, la exigencia de
transformación educativa surge como una necesidad operante en la preparación de
docentes para ejercer cargos directivos, donde los mismos deben adaptarse a la
aplicación de nuevos modelos de supervisión escolar, a fin de alcanzar los
objetivos de la educación y por ende de la escuela.
Al respecto, Neagley (2000), sostiene que la
moderna supervisión escolar “es la acción positiva y democrática destinada a
mejorar la enseñanza mediante la formación cotidiana de todos los
interesados” (p. 17).
Desde mi punto de vista, el personal
directivo en su función supervisora debe ser capaz de estimular y orientar al
docente para el uso de procedimientos que mejor se acomoden a su realidad
social y su enseñanza no se transforme en un proceso rutinario, inadecuado o
empírico generando un producto humano de baja calidad.
Con base a lo expuesto, Fermín (2003) expone
que el ejercicio de la función supervisora por parte del personal directivo,
exige del mismo estar debidamente formado en cuanto a conocimientos,
habilidades y destrezas requeridas para ejercer el cargo, mantener una actitud
positiva hacia la actualización constante ajustada a los programas de
desarrollo educativo y manejar con adecuada precisión el ordenamiento legal que
norma el sistema educativo venezolano.
Partiendo de este señalamiento, se infiere
que el directivo en su función supervisora, debe saber interpretar
científicamente la naturaleza humana de sus supervisados y poseer una cultura
académica que le permita atender la dialéctica de los factores extraños que
inciden en el proceso educativo y que ejercen presión sobre el desempeño
laboral del docente incitándolo al conflicto institucional, debiendo además
manejarse objetiva e imparcialmente para canalizar y orientar las demandas de
éstos sin que se le cause daño al proceso de formación del educando.
Cabe destacar que los directivos en su
función supervisora, desde mi opinión debe estar orientada a alcanzar metas
organizacionales, comunicar, planificar, tomar decisiones acertadas para llevar
a sus colegas hacia el logro de un
rendimiento óptimo.
En este sentido, la productividad de las
organizaciones educativas y en forma específica las del medio va a depender, en
un primer orden del manejo eficaz de conocimientos, técnicas y la preparación
adecuada del personal directivo más que por la experiencia acumulada a lo largo
del ejercicio profesional, que al parecer le concede autonomía en la ejecución
de sus funciones.
Por lo anteriormente expuesto planteo la
necesidad de que el personal directivo de las Instituciones Educativas del
Circuito Fuerte Tiuna y en forma específica el que labora en el sector educativo,
se forme en los componentes básicos para desarrollar una efectiva praxis directiva
y poder estar a la altura de los cambios y transformaciones de nuestro país
para ejercer la función supervisora de
una manera cónsona, y poner en práctica la comunicación, toma de
decisiones, planificación y la motivación, esto con la finalidad que el docente
en su desempeño laboral genere situaciones de aprendizaje en los cuales tome en
consideración métodos modernos de enseñanza significativa y positiva en nuestros
educandos.
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