La
resiliencia se define como la capacidad de los seres humanos para adaptarse
positivamente a situaciones adversas. Sin embargo, el concepto ha experimentado
importantes cambios desde la década de los 60. En un principio, se interpretó
como una condición innata, luego se enfocó en los factores no sólo
individuales, sino que también familiares, comunitarios y, actualmente,
culturales. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un
proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un
modelo «compensatorio», otro «de protección» y por último uno «de desafío».
Etimología:
Resiliencia
viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar,
rebotar». El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales
para referirse a las personas que a pesar de sufrir situaciones estresantes no
son afectadas psicológicamente por ellas.
Historia:
El
término resiliencia se ha utilizado de formas diversas. Entre los psicólogos,
Emmy Werner, en 1995 se refiere a tres usos generales del término resiliencia:
buen desarrollo a pesar de alto riesgo social; mantención de las competencias
pese al estrés continuo; y recuperación después del trauma.
Emily
Hunter, en 1999, conceptualiza la resiliencia como un continuo entre dos polos:
«resiliencia menos que óptima» y «resiliencia óptima». En el caso de
adolescentes sometidos a riesgo psicosocial que responden en forma menos que
óptima, este tipo de respuesta incluye «tácticas violentas de supervivencia,
comportamientos de alto riesgo y abandono social y emocional», y que el
pronóstico más probable es que sean adultos mal adaptados.
Michael
Rutter, entre 1999 y 2000, define resiliencia como la resistencia relativa al
riesgo psicosocial, sin necesariamente esperar un resultado positivo, sino más
bien enfocado en la forma o proceso en que la persona enfrenta el riesgo.
Rutter desarrolló sus estudios a partir de tres áreas de investigación: el
estudio de poblaciones de alto riesgo como la de los hijos de padres con
enfermedades mentales; los estudios sobre temperamento realizados en la década
de los 60 y el estudio de las diferencias a nivel individual para enfrentar las
distintas situaciones de vida.
Suniya
Luthar, entre el 2000 y el 2006, define resiliencia como una adaptación
positiva pese a la adversidad, enfatizando los dos elementos que la
constituyen: la adversidad significativa y la adaptación positiva, lo cual
lleva a la conclusión de que la resiliencia sólo se mide indirectamente a
través de estos elementos. Esta idea es compartida por varios investigadores.
El
psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik divulgó este concepto que extrajo de
los escritos de John Bowlby. Es un término que se toma de la resistencia de los
materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma
original. Por ejemplo un arco que se dobla para lanzar una flecha, o los juncos
bajo la fuerza del viento. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se
dice que tiene una resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o
incluso resultar fortalecido por estos. Actualmente, la resiliencia se aborda
desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y
atributos positivos de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías,
como lo hace la psicología tradicional. El concepto de resiliencia se
corresponde aproximadamente con el término «entereza». Es superar algo y salir
fortalecido y mejor que antes.
La
resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la Neurociencia se
considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional
frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les
permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad
para afrontar retos.
Esa
capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por ejemplo
el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso
psíquico o físico, a prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo,
al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.
Podría
decirse que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia. Es la
capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso.
Procesos resilientes:
Gracias a la
experiencia y aprendizaje de las personas hemos podido ver y experimentar el
cambio de la palabra resiliencia a procesos resilientes. Esto es debido a que
no es considerada como capacidad sino como proceso que engloba multitud de
factores. Cuando una persona está pasando por una situación extrema o delicada
influye familia, entorno, situación económica, amistades y, como no, la misma
persona. Es por esto que nunca hablamos de la capacidad de una persona sino de
una consecución de sucesos en el cual intervienen varias personas y elementos
para conseguir salir reforzado de esa situación y, por lo tanto, aprender de
ello. Esa persona ha llevado a cabo un proceso resiliente.
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