De
acuerdo con Freud, el ego es un aspecto importante de la humanidad. Con los
años el ego se ha equiparado al propio sentido de uno mismo y más a menudo se
relaciona con la propia importancia que nos damos en el esquema de la vida. Muy
a menudo se asumía que la forma de construir y mejorar la autoestima era
construyendo nuestra propia importancia. Cuanto más importante seas, mayor será
tu ego y a su vez mayor será tu valor propio.
De
hecho, para muchos de los que quieren saber cómo construir y mejorar la autoestima
éste sigue siendo el modelo que muchos utilizan. Egocentrismo significa que
todo gira en torno de la propia persona. Ego centrismo, girar en torno de la
propia persona. Digamos que la persona considera a los demás como satélites, y
él es el planeta. Egoísmo es aquel que se quiere, y eso está bien, porque no
podemos pretender el afecto del otro si no sentimos afecto por nosotros mismos.
No podemos lograr el amor del otro si no sentimos amor por nosotros mismos. Eso
está bien y a eso se le llama autoestima.
El
problema con la importancia personal es que uno generalmente se vuelve adicto a
la importancia, así como si se tratase de una droga. Muchas veces esta adicción
implica la necesidad de demostrar continuamente la importancia de uno mismo en
relación con los demás. En casos extremos, los egos fuertes son los que inician
guerras y manipulan a los demás para su propio beneficio. Los egos fuertes son
los que más a menudo, se jactan de ser más grandes, inteligentes o superiores a
otras personas.
La
persona egocéntrica siempre habla de sí mismo, de sus cualidades y desprecia
las de los demás, en definitiva se sobrevalora. Normalmente, al dirigir toda su
atención sobre sí mismo, el egocéntrico desconoce los intereses de los demás y
por ello es incapaz de sentir ni tan siquiera un mínimo de empatía.
Las
personas afectadas por este mal denominado egocentrismo tienden a recurrir a
descalificaciones sin ninguna base, sin pensar siquiera en consecuencias y
sobre todo perdiendo las formas.
No
debemos sin embargo creer de forma indiscriminada que todo egocéntrico es mala
persona, ni mucho menos. En el fondo sufren por su condición de egocéntricos,
sufren cuando dejan de ser el centro de atención porque realmente su problema
es su inseguridad, que les lleva a necesitar de la constante atención y
preocupación hacia ellos de todo su entorno, no sólo del más cercano.
Las
personas con grandes egos suelen ser muy posesivas y celosas de los demás. Son
igualmente incapaces de sentir amor incondicional. Por lo tanto, tiene sentido
pensar que una persona con un ego bajo tenga un alto nivel de autoestima.
En
realidad, un ego bajo es sólo un requisito previo para un alto nivel de
autoestima. El problema es que los que tienen un ego bajo generalmente se
sienten inferiores y mal consigo mismos. De hecho, a menudo estas personas no
se gustan a sí mismas.
Hace algunos años escuché a
alguien hablar del ego como si fuera nuestro fiel compañero – una mascota leal
como un perro para ser amado y disfrutado. No vas a patear al perro si se echó
en tu cama pero tampoco vas a dejar que el perro duerma ahí. En pocas palabras,
el ego tiene su propio lugar.
Recuerda la clave para
amistades y relaciones duraderas y sólidas consiste principalmente en darte
cuenta de que “yo”, “yo”, “yo” son palabras muy cortas en comparación con
“nosotros”, “nosotros” y “nosotros.
Nuestro ego es responsable de
nuestro deseo de atención. No hay que confundirse entre el ego y el amor
propio. El ego es sólo una ilusión, pero la autoestima es esencial. Hay una
línea fina entre la autoestima y el ego que no debe cruzarse. Es difícil, pero
no imposible. La única manera en que podremos tener bajo control nuestro ego es
dándonos cuenta de que hay muchas personas por encima de nosotros y de nuestro
ego y que éste nunca puede ser tan grande como para convertirnos en su esclavo.
Olvídate de tener un ego
grande. Conócete a ti mismo, hónrate a ti mismo, ámate a ti mismo. Todos
necesitamos de un ego saludable para expresarnos de una manera sana en el
mundo. Tienes que ser capaz de hablar y hacerlos retroceder cuando algunos de
esos egos disfuncionales se te acerquen para tratar de manipular el dinero de
tus bolsillos o intenten tomar el control de tus decisiones.
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