Radio Dubén Stereo.

lunes, 17 de diciembre de 2018

MUERTE DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR


17 DE DICIEMBRE DE 1830: MUERTE DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR

El Libertador Simón Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830, a los 47 años de edad, en la ciudad de Santa Marta, Colombia. Oficialmente, la causa de su muerte fue la tuberculosis.
En diciembre de 1942, los despojos mortales del Libertador recibieron cristiana sepultura en el altar mayor de la suntuosa Catedral Basílica de Santa Marta. Luego, fueron trasladados a Venezuela y sepultados en la capilla de la familia Bolívar, en la Catedral de Caracas.
El 28 de octubre de 1876 sus restos fueron inhumados en el panteón Nacional.
Sus últimas declaraciones reflejan el pesar que sentía por no haber logrado su objetivo de la unión de la nueva patria: "¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro".  

ÚLTIMA PROCLAMA DE EL LIBERTADOR
A los pueblos de Colombia

Colombianos:
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.
Simón Bolívar

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Fábula de los 3 hermanos (Silvio Rodríguez)

Para Reflexionar

Apacuana


 Apacuana fue una cacica, piache y consejera en la guerra contra los españoles, de origen caribe, dirigió el asedio contra los españoles apostados en el Tuy dirigidos por Garci González da Silva y Francisco Infante, que salvaron sus vidas heridos de gravedad, fue consejera de los caciques Chicuramay, el cacique Yare y el cacique Acuareyapa y es una de la figura emblemática de la resistencia indígena en Venezuela.
En 1577 Apacuana, había vencido a jefes militares españoles de gran experiencia, los encomenderos y militares españoles Garci González da Silva, y Francisco Infante se habían posesionado de las tierras y el uso esclavo de la mano de obra indígena, la india Apacuana se rebela contra la invasión española, y fomenta el alzamiento al cacique Chicuramay del señorío de los Quiriquires, quien luchó en la Confederación Indígena y con Guacaipuro, igualmente se unen a Apacuana, los Caciques Acuareyapa y el cacique Yare. El alzamiento provocó un asedio al poblado donde se encontraba González da Silva, donde lograron huir salvándose pero heridos de gravedad. En dicho enfrentamiento Yare venga la muerte de Tamanaco. Garcí-González escapa y llevó consigo a Infante sobre sus hombros, y tras un largo recorrido llegó a territorio de Los Teques, quienes los auxiliaron y los curaron. Los Quiriquires persiguieron al encomendero pero al llegar a tierra de Los Teques, debieron retroceder por ser enemigos históricos y estar aliados a los españoles.
Apacuana aconseja a Yare reconstruir la Confederación Indígena por ello Yare busca la alianza de Charagotos y los Meregotos en este último era ya conocido pues el cacique Yare, había sido consejero del cacique Terepaima, así mismo entra en tierras de los Cumanagotos, la presencia del cacique Yare en la provincia de Nueva Andalucía y Paria lleva al gobernador Serpa a enfrentarlo, siendo el gobernador derrotado. Los Alcaldes ordinarios y Regidores encargados de la Provincia de Caracas: Juan de Guevara y Francisco Maldonado, conociendo los pasos que realizaba la líder indígena, y temiendo que el liderazgo de Apacuana ​reconstruyera esa temible alianza de las tribus indígenas, deciden su muerte acusándola de hechicera, no obstante González da Silva rechaza enfrentarla y en su sustitución es enviado Sánchez García con un fuerte grupo de milicias españoles y guerreros Teques.
Sánchez García lleva a cabo su plan utilizando el combate mediante la tierra arrasada, quemando todos los sementales y lugares productivos hecho que obligó a muchas tribus a replegarse. A pesar de esto, Apacuana estaba resuelta a reconstruir la confederación para enfrentar la arremetida, y para ello cita en asamblea a los máximos caciques de la región Súcuta, que ocupaba los Valles del Tuy y Tácata, así como caciques de la región de los cumanacotos, extendiendo con ello el conflicto a la Provincia de Nueva Andalucía y Paria.
Sánchez García en su avance captura a varios indios que colocaban trampas a los invasores españoles "sembrando púas envenenadas en el camino", capturado torturados obtiene información del paradero de Apacuana y el día y lugar de la reunión que tendría con varios caciques de la región. Dirigido por un indio traidor bajo promesa de libertad, llega a una quebrada al lugar del encuentro.
En honor a esta líder indígena la Alcaldía del Municipio Bolivariano de Libertador informó que el artista Giovanny Gardelliano diseñó una escultura que posee siete metros de altura y pesa dos mil doscientos kilos honrando a esta “Mujer, indígena, madre, curandera, cacica de la etnia Quiriquire, impulsora de la resistencia contra la colonización española del siglo XVI. Su legado sacude la historia patriarcal de Occidente, avivando el espíritu de rebeldía de todas nuestras generaciones”, dice la escultura en la parte inferior. LA estatua antes mencionada se colocó desde ayer 11-12-2018 en la entrada a Caracas por la autopista Valle-Coche a la altura del Distribuidor Gaviota.

Manuela Sáenz



Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de Thorne, también llamada Manuelita Sáenz; Quito, 1795 - Paita, Perú, 1856) Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la acompañante de Bolívar (1822), al que siguió en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil, las batallas de Pichincha y Ayacucho, el conflicto entre el Libertador y Santander, la rebelión de Córdova y la disolución de la Gran Colombia. A la muerte de Bolívar fue desterrada a Perú.
No ha sido fácil para la historia de la América independentista incluir en su nómina de próceres el nombre de Manuela Sáenz. Si su condición de mujer ya lo hacía difícil, su estatus de amante del Libertador complicaba aún más las cosas. La historiografía del siglo XIX, temiendo por la memoria del "más grande hombre de América", se encargaría de omitir la presencia de esta mujer en su círculo. Con todo y con ello, las anécdotas se dieron a conocer, y la misma historia se vio en la necesidad de otorgarle a Manuela Sáenz la categoría de heroína.
Nació en 1795 en Quito, ciudad por entonces de aires afrancesados, en la que los grandes salones que acogían a la aristocracia marchaban al ritmo de una concepción laxa de la moral y de las distracciones entre criollos y españoles, que pronto se convertirían en una sangrienta guerra entre patriotas y realistas. Era hija natural de Simón Sáenz, comerciante español y realista, y de María Joaquina de Aizpuru, bella mujer hija de españoles de linaje, quien en el futuro tomaría partido por los rebeldes.
Desde muy joven entró en contacto con una serie de acontecimientos que animarían su interés por la política. En 1809 la aristocracia criolla ya se hallaba conspirando contra el poder de los hispanos, y a partir de entonces comenzaron a sucederse un conjunto de revueltas sangrientas. Quizá las circunstancias familiares llevaron a Manuela a optar por los revolucionarios: presenciaba desfiles de prisioneros desde la ventana de su casa, y se maravillaba de las hazañas de doña Manuela Cañizares, a quien tuvo por heroína al enterarse de que los conspiradores se reunían clandestinamente en su casa.
Por causa de las propias revueltas, sin embargo, se ausentó de la ciudad para refugiarse junto a su madre en la hacienda de Catahuango. Allí se convirtió en una excelente amazona, mientras su madre le enseñaba a comportarse en sociedad y a manejar las artes del buen vestir, el bordado y la repostería. Tiempo después ambas regresaron a Quito, y la madre decidió internarla en el convento de monjas de Santa Catalina; tenía entonces diecisiete años.

La fascinación de Manuela por la vida pública y su ímpetu rebelde la harían abandonar prontamente la clausura del convento. Aprendió a leer y a escribir, virtudes estas que le permitieron iniciar una relación epistolar con su futuro amante: Fausto Delhuyar, un coronel del ejército del rey. Con él se fugó para descubrir más tarde el infortunio de su infertilidad, y la desgracia de estar al lado de un charlatán. Las habladurías del amante le significaron la obligación de contraer matrimonio con James Thorne, un médico de cuarenta años que comerciaba con su padre y al que nunca llegaría a amar.
Corría el año 1819 y Manuela deslumbraba en los grandes salones de Lima, junto a su amiga Rosita Campuzano. El resto de la América estaba convulsionada. Simón Bolívar ya había liberado el territorio de la Nueva Granada y se disponía a fundar en Angostura la Gran Colombia. Entrado el año de 1820, José de San Martín se encontraba de camino hacia Perú. Los limeños comenzaban a conspirar, y la Sáenz se convertía en una de las activistas principales. Las reuniones se realizaban en su casa y las disfrazaba de fiestas; actuaba de espía y pasaba información. Participó en las negociaciones con el batallón de Numancia, y en 1822, una vez liberado Perú, fue condecorada "Caballereza del sol, al patriotismo de las más sensibles".
Con la excusa de acompañar a su padre, Manuelita marchó hacia Quito. Colaboró activamente con las fuerzas libertadoras: llevaba y traía información, curaba a los enfermos y donaba víveres para los soldados. El 16 de junio de 1822, Simón Bolívar entró triunfalmente en la ciudad y, después de un cruce de miradas, fueron presentados en un baile en homenaje al Libertador.
A partir de entonces mantendrían una relación pasional. Los compromisos del Libertador no impedían los encuentros amorosos, y mientras duraba la ausencia, Manuelita participaba activamente en la consolidación de la independencia del Ecuador. Bolívar le regaló un uniforme, que ella utilizaba a la hora de sofocar algún levantamiento. La muerte de su padre la motivó a regresar a Lima. Fue nombrada por Bolívar miembro del Estado Mayor del Ejército Libertador; peleó junto a Antonio José de Sucre en Ayacucho, siendo la única mujer que pasaría a la historia como heroína de esta batalla. Una vez aprobada la Constitución para las nuevas naciones, marchó a Bogotá junto al Libertador.
Eran los tiempos del corto esplendor de la Gran Colombia. Manuelita militaba activamente en el partido bolivariano y se encargaba de llevar los archivos del Libertador. Durante el día vestía de soldado y, junto a sus fieles esclavas de siempre, se dedicaba a patrullar la zona. Cuidaba las espaldas de Bolívar. El 25 de septiembre de 1828, gracias a su intuición, lo salvó de un atentado dirigido por Francisco de Paula Santander, enfrentándose a los conspiradores mientras su protegido huía descolgándose por una ventana; a raíz de este acontecimiento Bolívar, de regreso a palacio, le dijo: "Eres la Libertadora del Libertador". Solía organizar en su casa representaciones en las que era habitual la burla hacia los enemigos del Libertador; la "quema de Santander" era una de las actuaciones preferidas. Los amores eran nocturnos y se prolongarían hasta la huida de Bolívar a Santa Marta en 1830.
Siete meses más tarde, al conocer la muerte de su amado por medio de una carta de Peroux de Lacroix, decidió suicidarse. Se dirigió a Guaduas, donde se hizo morder por una víbora, y fue salvada por los habitantes del lugar. Antes de la muerte del Libertador se levantó una ola de calumnias en su contra por parte de Santander, y Manuela decidió escribir, como forma de protesta, La Torre de Babel (julio de 1830), motivo por el cual se le emitió una orden de prisión. Seguidamente, tuvo lugar la persecución de los colaboradores de Bolívar, que la consideraban peligrosa. Así, el 1 de enero de 1834, le ordenaron que abandonara la nación en un plazo de trece días. Mientras tanto, fue encerrada en la cárcel de mujeres y conducida en silla de manos hasta Funza, y de allí, a caballo, hasta el puerto de Cartagena con destino a Jamaica.
Manuela volvió al Ecuador en 1835. El presidente Vicente Rocafuerte, ante la noticia de su llegada, determinó su salida del país. Esto le llevó al destierro. Se radicó en el puerto de Paita, donde subsistió elaborando dulces, tejidos y bordados para la venta, ya que las rentas por el arrendamiento de su hacienda de Catahuango, en Quito, no le eran enviadas. En la puerta de su casa se podía leer English Spoken; era querida por la gente del pueblo y bautizaba niños, con la condición de que se llamaran Simón o Simona. Fue visitada por muchos hombres importantes, entre los que figuraron Simón Rodríguez, Hermann Melville y Giuseppe Garibaldi. Uno de los visitantes del lugar trajo consigo la difteria, enfermedad que contrajo Manuelita y de la que murió, ya pobre e inválida, a los 60 años de vida.







Ante cualquier eventualidad o catastrofe este morral debes tenerlo preparado siempre en tu casa y/o vehículo.